Nadie pensaría al verla en sus conocidos papeles de mala-guapa que Morgan Fairchild fue una niña tímida y retraída a la que el asma y otros problemas de salud llevaban a aislarse.
Pero así fue, hasta que su madre la empujó a tomar clases de arte dramático para superar su timidez.
A los diez años esta tejana empezó a actuar en el colegio y nunca ha dejado de hacerlo.